Con mucha alegría y expectativa, luego de haber planeado este viaje durante meses, el 13 de enero llegamos a Guayaquil.
Mucha gente, calor y humedad. La ciudad es rara, se mezclan los estilos, convive lo urbano con lo colonial. Las personas son muy amables pero rápidamente nos dimos cuenta que nuestro acelere es de locos y el lenguaje de los ecuatorianos muy distinto al nuestro, lo que hace dificil la comunicación aunque compartamos el mismo idioma.
En la Plaza de las iguanas vimos y alimentamos a algunas de ellas!!!!!!!!!!
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